La muerte de Alberto Luberta
¨Alberto
Luberta no tenía un solo pelo negro en
la cabeza¨, me dice David López un campesino del consejo Popular de Los Reynaldo,
comemos en el restauran Doña Yuya. Hay bistec y costilla de puerco, silencio y
baladas cursis, no hay moscas, el aire acondicionado ronronea y una trigueña que debe ganar a lo sumo 400 pesos
trata de comportarse mientras bebemos otra cerveza.
Trato
de hablarle de lo bien que le ha ido a
este hombre en su cosecha, de cómo puede invitarnos a seguir bebiendo cervezas
de 25 pesos cada una e insiste. ¨Ese hombre era lo más grande¨, dice.
Y
Luberta solo se le aparecía cada tarde noche,
en medio del monte, en la voz de gente sin rostro. Rosillo comenzaba :¨Aquììì Radio
progreso presentandoooo… ¨ y este hombre
prefiere hablar del programa radial, de los minutos que reía mientras
Arredondo, Miravalles, Aurora.. Toda esa gente le llenaba la vida. Radio es
eso. Cuba no es solo Tropicana, El Vedado, el Festival de Cine. Hay todo un país
más allá. Verde sí, totalmente verde y rural un país y Luberta le dio vida.
Debe
ser por eso, aun cuando Alegrías de sobremesa fuera en un edificio citadino,
los del monte le fueron fieles, y cuando se iban alguno de los personajes dolía:
Simeòn, Paco, Melecio, Alejito… Era como ir perdiendo trozos de la pared de la existencia,
borrones en las palabras preferidas y quedaba incompleta la tarde.
Ya alegrías
de Sobremesa había muerto, Luberta solo no podía suspender tanta caída, lo intentò
, casi lo logra , pero estaba solo, el gran coro de directivos, de público le
pedìan exigían ¨tu puedes¨, y lo hizo pero la tarde le pasó factura , se fue.
Hubo silencio y aquì, tan lejos de él un guajiro quien creció con sus criaturas
coloca sobre la mesa del almuerzo todas esas verdades de la radio. Le miro, tiene las manos callosas,manchadas,
llenas de verdad y lo sé : Murió Alberto Luberta . Ya no hay más alegrías para
esta sobremesa, al menos desde Progreso, aquella radio nacional que también parace fenecer.
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