Huracàn con nombre de mujer
Hacia
1953 los huracanes tenían nombres de mujer. Tuvo que salir al ruedo la
feminista Roxcy Bolton para que en 1979 los ciclones tuvieran también nombres
de varones, casi todo el tiempo anterior las tormentas sonaban hermosas, casi
eróticas como Flora, según la norma patriarcal.
Hoy vivimos
tiempos en que esos fenómenos irresolutos se hacen más intensos, recordemos a
Harvey, Sandy, Katrina o Camille. Todos esos, animalejos que destrozaron cuanto
pudieron a su paso.
Ahora
fue Laura, con ese nombre de actriz de primera, la chicuela asomó con dos ojos
indefinidos, y luego con uno Santiago de Cuba quedó bajo su manto de lluvias.
En Songo La Maya el Consejo de Defensa se activó el mismo sábado. Hombres y mujeres de verde olivo perdieron el sueño y bajo aguaceros casi mugrientos pernoctaron a la sombra de la sede del partido municipal.
La
radio no se apagó más, la nacional y provincial al menos, y los reporteros
leyeron sus notas bajo el agua, los vientos; bajo los pechos húmedos que Laura
extendió por el Oriente.
Pasó
veloz, a más de 30 kilómetros por hora, con ese ritmo (más rápido que un tren
cubano) la tormenta tropical no podía volverse huracán, de modo que los vientos
eran de unos 120 kilómetros más o menos. En Songo - La Maya no hubo derrumbes
totales; algunas tejas se fueron y, desafortunadamente, sembrados de yuca o plátanos.
Datos
oficiales nos dicen que solo tuvimos 77 milímetros de lluvia en todo el
territorio, en Yerba de Guinea cayeron 105 milímetros, desde la carretera. El
lunes en la tarde aún podía verse el chorro de agua lanzándose desde la meseta
de Santa María del Loreto.
Atravesando
esas calles que nos separan de Guantánamo se veían los árboles tumbados,
algunos arrancados de raíz como un álamo que perdió vida cerca de la casa del
azucarero en Los Reynaldo.
Por
suerte ha quedado agua en esta agricultura nuestra, aún falta de tecnología;
dependiente a veces de los bueyes y los carretones. Eso sí, Laura dejó más de
treinta postes en el suelo y zonas con más de 15 horas sin electricidad.
Esto más
o menos fue la herencia de Laura, poco menos de dos días. La tormenta arremetió
contra esta zona y salió al mar para tener más fuerza, como en la vida
patriarcal, machista y complicada que vivimos, una mujer (y esto suena a bolero de bar) tiene desquite.
Laura tratarà a encontrarse con Marco en el Golfo de México por única vez, como muestra
de que hemos llegado a un punto crucial en el trato que damos a natura, que
también podría ser una mujer maltratada por las imprudencias de un patriarcado
tan largo y cruel como el lado derecho de una tormenta. Esa mujer reacciona y
golpea el rostro con fuerza de buena boxeadora, de modo que no hay otra fórmula
que cambiar el trato, cambiar la ley, cambiar uno mismo. La vida lo exige. La
mujer también.
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