Songo- La Maya llora verde-amarela perdió
¿Qué hace un hombre sufriendo
en Songo - La Maya, a cientos de kilómetros de Brasil, a miles de kilómetros de
Neimar, a millones de goles de un mundial?
Sin dudas tiene que ver con
el modo en que se ha impuesto la comunicación, el mundial se ve en vivo, con
unas narraciones no siempre felices pero se ve, con todos sus colores, con la
mayoría de sus ardores.
¨Brasil nos puso en el congelador¨,
lo dice un muchacho de Los Maceo. Mucha gente estaba en la calle. En La Pizzería
El Sabor estábamos solo un par de comensales y en la radio local los
realizadores estaban al tanto de cada gol, por eso han sentido el golpe directamente.
La mayoría sufre en este minuto como si
fuera brasilero.
El siete es el número clave,
esa cantidad de veces fulminó el balón teutón a la puerta brasilera, siete dolores
temibles en el mes siete, solo un gol brasilero que no bastó siqueira para
hacer sentir que estaban todavía en cancha.
A ese dolor los de aquí
sumaron la paliza que Terence Crawford le
propinó a Yuriorkis Gamboa. No fue en siete, fue en nueve asaltos y el guantanamero
cayó cuatro veces a la lona hasta que se detuvo el pleito.
Las dos noticias pululan por
esta tierra. La de Brasil más fresca, llegó por la televisión cubana. La otra
llegó en ¨El Paquete¨.
Pero en Songo - La Maya la pasión por el deporte es
indetenible. Aquí en plena calle uno puede encontrarse con luminarias como Virgen
o Manuel Benavides o hasta darle un abrazo a Braudilio Vinent.
Debe ser por eso que las
derrotas duelen incluso cuando viene de tan lejos como esta paliza que le ha
propinado Alemania al pentacampeón Brasil.
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