¿Las disqueras cubanas no quieren vender?
Comprar un disco de los Van
Van cuando mi padre ganaba 198 pesos era una ganga, tan sencillo como irlo a
buscar, a esos precios me hice de
fonogramas de Silvio y hasta de Madonna y Steve Wonder que también los
vendieron cuando era posible comprar las viandas y el viaje a otra provincia,
la sopa y los pasteles. De los 80 hablo.
Pero hoy, a estas alturas, aparecen
discos que valen más de 10 CUC, o sea, casi el salario de mucha gente y lo que
es peor hay una opción de compras. ¨Los piratas¨ (legales por cierto) quienes lo tienen hasta por 15 pesos
nacionales.
Es como una ceguera de
mercado, como que no hay la mirada o quizá uno esté desinformado y haya la
verdad oculta que de pronto va a poner todo en el orden cierto.
Pero eso no es verdad, justo
ayer halaba con Joaquín Borges Triana, ese intelectual incansable y me anunció
que publicará una entrevista a Leo
Brouwer donde ese importantísimo músico cubano le cuenta que no hay un estudio
de mercado por parte de las disqueras cubanas.
Debe ser esa la razón por la
cual un francés colocó a Polo Montañés y otro extranjero a Buena Vista Social
Club.
Hay bloqueo y eso es
público, se respira y se sufre, pero sin
estrategias internas ¿A dónde vamos? si ya el disco funciona poco en el mundo
¿Qué hacemos?
Se ha dicho que la rotación
en las tiendas de un disco cubano llega a ser hasta de cinco años. Hay, me ha
dicho Borges Triana, fonogramas premiados en Cubadisco que apenas se venden.
Otros discos se graban y no los escuchamos jamás, como pasa con el disco Simple de Rubén Lester o sucedió con Aún hay tiempo de Felipón.
Desde los 90 el reggaetonero
Candyman (y esto también lo ha estudiado Borges Triana) mostró una manera muy
peculiar de imponer su música, según Borges Triana, Candyman pasó de ser
conocido en Santiago de Cuba a ser estrella nacional sin apoyo absolutamente de
ninguna disquera.
La música de Candyman pasó
de los bicitaxis a las fiestas y se instaló en el panorama musical nacional.
Ya una vez preguntando a
vendedores de discos en esta tierra uno de ellos me dijo que había vendido 5
000 discos del grupo La Onda Record, eso equivale a unos 125 000 pesos y todo
en una población de unas 90 mil personas.
Las disqueras, en este caso
la Egrem, ni siquiera ha mirado a estos artistas quizá por su presunción de
promover solo lo de ¨altura¨ o no sé por qué otra rabiosa cuestión.
Lo cierto es que al
¨interior¨ del país se vende mucha música que no pasa por criterios de las
empresas y se consume como pocas. Ya no es solo el fenómeno de Candyman, él fue
solo un pionero. Hoy, hasta las más renombradas películas toman el camino del
paquete.
Por cierto, se dice que
Ernesto Daranas Serrano entregó él mismo su filme Conducta a los del Paquete,
de modo que la copia llevada de mano en mano salió del mismísimo director de
uno de los filmes más seguidos en Cuba en los últimos años.
En fin cuando mi padre hundía
sus manos en los bolsillos y sacaba los 10 u 11 pesos para que me comprara un
fonograma nuevo no sufría carencias agudas.
Hoy, cuando gano tres veces más que mi padre se me hace imposible tener en casa
un tocadiscos, comprar un fonograma original.
Me queda el vendedor de la
esquina, que entre música cristiana, novelones insufribles y rubias de nalgas prominentes
en las tapas de los discos, puede que guarde algo del viejo Bob Dylan o de José
Tejedor.
Así vamos, comprando
legalmente la música que de manera ilegal expenden los vendedores de discos, y
las disqueras siguen sin buscar el camino para ganar sustento y sobrevivir.
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